Aquélla tarde, con la espalda agotada de tánto doblarse en el surco, con la sensación de que el sol se le había quedado adentro de su cuerpo y que nunca iba a sentir frescura en él. Aquella tarde, por un caminito entre los surcos que acababa de terminar de sembrar, volvía a su casa 
La cabeza gacha, una bolsa que de tanto en tanto dejaba en el suelo para sacarse el viejo sombrero y secarse la transpiración, los pies cansados y la esperanza puesta en aquéllas semillas que si germinaban y crecían bien, en unos meses le darían un respiro 
Volvió a detenerse, se secó la frente, levantó la vista y la detuvo en aquèlla pequeña pero acogedora casita con flores al frente, que cuidaba amorosamente su esposa y con una tupida parra que diariamente le brindaba su sombra compasiva
Respiró profundamente, levantó la cabeza y, apurando el paso, se dirigió a ella. 
Recuperó la frescura, finalmente 
Hola Guada como va??? bueno felicidades por el nuevo blogg aqui estaremos leyendo y nutriendonos y recuperando de la frescura de tus escritos. saludos!!
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